Sin querer queriendo, como lo diría en querido y recordado personaje del "Chavo del 8", en una visita turística por Juayúa, pasamos mi novia, Yolanda Sánchez, y yo, a visitar la Iglesia Santa Lucía de dicha ciudad, no tanto
porque somos fieles piadosos que íbamos en peregrinación, sino por tomar fotos del lugar.
porque somos fieles piadosos que íbamos en peregrinación, sino por tomar fotos del lugar.
Al llegar a la entrada del templo, nos dimos cuenta que había una cosa diferente en dicha iglesia, esto por la decoración e iluminación en el lugar. Y así era.
Después de tomar unas cuantas fotos, confesar que tenía ratos de no hacerlo), decidimos quedarnos en Misa, porque había algo en ese lugar que motivaba a quedarse, ver y escuchar algo.
Como en toda iglesia de pueblo, el resonar de las campanas indicaba que la celebración eucarística estaba por iniciar. De repente, escuchamos unos cantos al fondo, pero no nos percatamos de lo que sucedía.
En menos de un minuto, empezamos a ver a un grupo de personas, estilos peregrinos, formados en la entrada de la Iglesia Santa Lucía. En ese mismo instante, un miembro de la iglesia anunció que se trataba de la visita de distintos miembros de otras parroquias aledañas a la zona.
El punto que nos impactó a Yolanda y a mi fue ver a cada grupo misionero entrar con fe tan grande y sincera que generaba enviada a varios citadinos que andábamos turisteando. Formados en dos filas y encabezados por hombres que llevaban el estandarte de su parroquia, hombres tocando diferentes instrumentos de cuerda y hombres cantando con su singular tono, acompañados de mujeres con mantillas, quienes hacían estaciones, arrodillados, recorrían toda la iglesia exclamando su agradecimiento a Dios.
Como en toda iglesia de pueblo, el resonar de las campanas indicaba que la celebración eucarística estaba por iniciar. De repente, escuchamos unos cantos al fondo, pero no nos percatamos de lo que sucedía.
En menos de un minuto, empezamos a ver a un grupo de personas, estilos peregrinos, formados en la entrada de la Iglesia Santa Lucía. En ese mismo instante, un miembro de la iglesia anunció que se trataba de la visita de distintos miembros de otras parroquias aledañas a la zona.
El punto que nos impactó a Yolanda y a mi fue ver a cada grupo misionero entrar con fe tan grande y sincera que generaba enviada a varios citadinos que andábamos turisteando. Formados en dos filas y encabezados por hombres que llevaban el estandarte de su parroquia, hombres tocando diferentes instrumentos de cuerda y hombres cantando con su singular tono, acompañados de mujeres con mantillas, quienes hacían estaciones, arrodillados, recorrían toda la iglesia exclamando su agradecimiento a Dios.
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