viernes, 20 de diciembre de 2013

Pensando sobre la corrupción…

Es evidente que nos encontramos inmersos en medio de una oleada sin precedentes de corrupción. Las disciplinas sociales tienen necesariamente que abordar con seriedad y profundidad esta situación. Sin embargo, no resulta fácil identificar por dónde comenzar ¿si hay menos corrupción habrá menos pobreza? ¿Por qué surge la corrupción? ¿No es más bien la pobreza el caldo de cultivo de la corrupción? ¿Cómo han procedido países como Noruega o Finlandia para combatir la corrupción? Porque si le creemos a Kliksberg que
“Noruega es uno de los líderes mundiales en transparencia: allí la corrupción es casi inexistente, sin embargo la legislación anticorrupción es reducida. La causa se halla en los valores sociales predominantes. Un corrupto sería duramente excluido por su familia, los vecinos, los círculos sociales. Finlandia tiene la tasa de presos más baja de Europa y, al mismo tiempo, el menor número de policías per cápita del continente.”

Se ha vuelto típico pensar que la solución a los problemas sociales como la corrupción, está en crear o endurecer más las leyes, llenando las cárceles y  dando un castigo severo a los corruptos. Y que así comenzaremos a resolver el problema, que iniciaría al tan ansiado camino del progreso de todos. Que el ideal sería que no hubiera personas corruptas o que desaparecieran por arte de magia.

La cosa no es están sencilla, como muchas veces los oradores en sus conferencias magistrales nos la presentan. Se ominen las consideraciones profundas de análisis, como el caso de la pobreza.

Cuando pensamos en la pobreza, la idea que nos hacemos es la falta de “dinero”, carecer de un ingreso que nos permita satisfacer nuestras necesidades, entonces concluimos que la pobreza se soluciona con ingresos. En este caso, lo que ocurre es que algunos sectores ven en la corrupción una oportunidad fácil y rápida de salir de la pobreza.

Es evidente que la pobreza  tiene un componente de falta de ingresos, y es esto lo que conlleva a que la corrupción sea un efecto de aquella. La corrupción es la des-valoración que se hace de las decisiones a tomar ¿transgredimos las leyes, la ética y la moral para salir de pobres? En la balanza de la vida, las decisiones a las que nos vemos enfrentados, nos colocan en disyuntivas diversas; la valoración de las situaciones cotidianas que hace una persona le hacen perderse entre lo que considera bueno y malo; entonces la dignidad se ve fragmentada y la integridad se pierde.

La corrupción prolifera como un virus, se convierte en tradición y se arraiga en la cultura. Considérese las pocas oportunidades de trabajo, los ingresos de subsistencia para las mayorías trabajadoras, la concentración de altos ingresos en minorías con privilegios políticos, el  alto nivel de fabricación de una mano de obra de maquila, el poco desarrollo de intelectualidad innovadora y una estructura de orden económico que favorece a una élite de poder económico que no quiere perder su estatus quo, como las causas de la corrupción.

Al ver los niveles tan altos de la conducta corrupta, es lógico que nos asustemos y que pensemos en combatirla llevando a prisión al corrupto, humillarlo como el sujeto más vil y mostrarlo como una lacra de la sociedad, manifestamos un odio tal, que perdemos la perspectiva real. Por un lado, el corrupto puede ser una buena persona, amable con su vecino, un gran proveedor para su familia, excelente padre y otros adjetivos que no lo hacen mala persona, pero es corrupto, se aprovecho de una instancia o un vacío del sistema y que al ver que otros lo hacen piensa que no está mal aprovecharse de esos vacios. Si los  corruptos logran controlar las instituciones públicas o privadas,  es claro que las transforman y las convierten en medios que funcionen según sus intereses.

Al suceder todo esto, el proceso se extiende como un virus que infecta la conducta de todos y se desvaloriza el bien común y se defiende el bien particular de unos cuantos interesados.

Para que el sistema funcione de esta forma, hay que estructurar un pensamiento de indiferencia y de apatía en la mayoría, de tal forma, que lleguemos a pensar que la corrupción es parte del quehacer diario y que se da en todas las esferas de la sociedad. Bueno, para corroborar esta forma de comportarse basta con que consideremos (…) situaciones tan simples como meterse en la fila de espera sin colocarse donde corresponde, o que un conocido en una oficina le “haga un favor” sin hacer los trámites establecidos, también son actos de corrupción y practicados por casi todos (…)

¿Tendríamos que combatir la corrupción? por supuesto, pero tenemos que entender que esta se volverá más compleja y mejor articulada si solo se le persigue, el corrupto aprenderá a disfrazar mejor su corrupción. Por eso, de lo que se trata es de un combate más integral y completo, en este sentido Kliksberg propone que “en la cultura de todos estos países (Holanda, países nórdicos, Canadá y otros estados lideres en lo económico-social) predomina una actitud de rechazo a las grandes desigualdades y de apoyo a la equidad y a la igualdad de oportunidades” (Kliksberg 2006).

El cambio de una actitud comienza con el cambio de pensamiento, la adecuación de la conducta depende de una la institución socializadora que replantee la actitud a seguir sobre los valores, profundizar en la idea de honestidad, honorabilidad, el apoyo solidario, lo debe hacer la “escuela”, desarrollando líderes que valoren también la transmisión viral de conductas adecuadas al desarrollo que queremos.



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