domingo, 28 de octubre de 2018

¿Quién es mejor Lionel Messi o Cristiano Ronaldo?



La eterna discusión, para mí más de marketing que futbolística, entre quien es mejor jugador en  el futbol moderno si el 10 del Barcelona o el 7 ex del Real Madrid y ahora de la Juventus de Italia, levanta demasiada pasión para los fanáticos de ambos equipos, mucho menos para los aficionados, en menor medida para los conocedores del fútbol y quizá poca o nada para ambos jugadores en mención.

Un fanático, según Francisco Luque al describir las características de un fanático del fútbol, actúa en su mayor parte de manera inconsciente, a tal grado que se deja llevar más por la pasión que por la razón. Otro de los síntomas que presenta un fanático es que se ciegan ante las opiniones objetivas que se emiten y ensalza cualquier sandez que se publique en los medios tradicionales o en los medios sociales, perdiendo así la veracidad de los argumentos que se planteen sobre el tema.

A estos puntos que destaca Luque en su artículo, puedo plantear cuatro características notables en el comportamiento de todo fanático: su cambio brusco de comportamiento, su pérdida de objetividad ante las situaciones del contexto y de la realidad del tema o situación en la que se desenvuelve, su carácter victimizador para querer ocultar la realidad objetiva, y su culto al alter-ego al creerse intelectualmente superior a los que no piensan o sienten igual que él o ella. El enfrentamiento entre fanáticos es tan peligroso que ha llegado a ocasionar muerte en encuentros deportivos, por decir algo.

Considero que en temas de preferencias deportivas, el marketing genera contenidos que alimenten la sed de transformación de una persona fanática, esto con la producción de noticias, eventos o situaciones en las que se vea “amenazado” o “atacado” aquello que defiende exageradamente. Pero fanáticos hay en todas las esferas de la vida: la religión, la política, la música, el deporte, etc.

Sirva este referente para relacionarlo con uno de los sucesos que ha surgido en estos días entorno al contexto político nacional, me refiero a los dimes y diretes entre ARENA y Nayib Bukele. Estoy convencido que, tanto el ex alcalde como el instituto político de derecha están desarrollando sus estrategias de marketing político para alimentar el sentimiento de los fanáticos de ambos entes partidistas. Cada uno de los grupos ha llenado sus sentimientos de ataque o defensa, emisión o respuestas de argumentos que tratan de reafirmar, desvirtuar o posicionar.

Es increíble como minutos posteriores a la publicación de un video en donde el presidente de ARENA emite un mensaje a Bukele, los fanáticos (más que trolls) empezaron a hacer memes del de lo dicho en el video y, horas más tarde, quizá 2 0 3, que se publicó un video doblado con argumentos contrarios a los dichos.

Claro, los mensajes están diseñados para sus seguidores fanáticos no analicen los contenidos y, como se diría popularmente, se les “encienda la mecha rápido” y exploten con sus respuestas, comentarios o actuaciones, especialmente en la redes sociales.

Los fanáticos partidistas no son capaces de reconocer el o los errores que el partido o candidato cometió y comete en su gestión pública, y ataca inmediatamente al contrario.

¿Quién sale ganando con esto? Al igual que el contexto del fútbol, el marketing se lleva el mayor beneficio, el económico, ya que está haciendo que los salvadoreños que defienden ciegamente a dichos partido o candidato reconozcan que están presentando contenidos sin propuestas, con el propósito de calentar ánimos, aumentar el rencor entre las barras, y que se confundan del contexto político actual en el que se destacan que hay pocas propuestas reales de país y las que disque son propuestas, son cosas que despierten la “ilusión” de la persona pero que difícilmente se lleguen a hacer realidad.

Dejemos de ser fanáticos y seamos más aficionados, para reconocer las fallas, debilidades, y errores de nuestros partidos o candidatos con que simpatizamos. Aficionados que puedan reclamarle a su dirigencia, a su candidato por no presentar propuestas convincentes. Dejemos de entrar en pugna con otros que piensan diferentes a nosotros. Abramos nuestros ojos, mente y razón para argumentar convincentemente aquellas cosas que deben ser comentadas, desmentidas o exigidas.

Mientras, como en el caso de Messi y Cristiano, ellos seguirán llenando sus arcas de millones de dólares (o euros) y nosotros acá “matándonos” por la intolerancia de defender personas o proyectos políticos de aquellos que solo seguirán velando por sus intereses particulares.

No hay comentarios:

Publicar un comentario