La farsa de una campaña política aparentemente racional

La farsa de una campaña política aparentemente racional Por: RaMón Rosales ¿Dónde reside el engaño de un discurso que pretenda deslegitimar a su adversario político ‘argumentando’ acerca de su falta de experiencia en la creación, por ejemplo, de empleos? Evidentemente lo que voy a procurar hacer en este articulejo es poner en evidencia la farsa que oculta este tipo de discurso político. Un ejercicio así es importante, precisamente porque podría ser que se intente presentar bajo la apariencia de racionalidad, bajo la apariencia de un correcto ejercicio de la inteligencia. Y por ello nos la podemos tragar, no sólo el grueso de la población que no está preparada para discernir entre lo que parece verdad, y lo que es verdad, sino incluso aquellos que son los pretendidamente deslegitimados. Es verdad que un gran sector de la población puede comenzar a pensar sobre la posible verdad de dicho discurso político y encontrar en las biografías personales, muchos elementos que de algún modo justificarían lo que se quiere hacer pasar por verdad en los discursos en cuestión. Para decirlo con toda la claridad posible, Cerén ha sido desde siempre un activo militante. Funes, un renombrado entrevistador, en ninguno de los casos nos encontramos con empleadores. Y también es verdad que los directamente involucrados pueden sentir la tentación de querer negar ese modo de hacer proselitismo político, queriendo hacer creer no sólo la clara imparcialidad de aquel modo de proceder, sino la posible capacidad para, llegado el caso, crear los empleos que nos hagan falta y crear las empresas que ofrecerán dichos empleos. Ambas actitudes me parecen improcedentes, tanto la actitud que pueda manifestar la población, como la hipotética actitud que puedan manifestar los afectados. En lugar de pretender recurrir a los méritos propios, lo que habría que hacer es discutir el discurso mismo. Y me parece que se pueden argüir por lo menos dos razones: A) El que determinados candidatos no hayan tenido experiencia ni en la dirección de una empresa, ni en la posible creación de empleos, no significa que no puedan identificar los graves problemas por los que está atravesando el país, y acompañarse de los hombres y mujeres más competentes para resolverlos. Y por tratarse de problemas cuya solución no sólo depende de quien gobierna, sino de toda la sociedad civil, la pretendida falta de experiencia podría ser un elemento de fundamental importancia en el proceso de consenso entre todas las partes involucradas. Es decir, ante los problemas por los que estamos atravesando lo que se necesita no son recetas, sino de auténticos consensos por parte de todos los sectores que integran la sociedad. Por otro lado, el que se suponga que se tiene experiencia en la dirección de empresas y en la creación de empleos, no garantiza que se tengan las soluciones atinadas a las graves cuestiones por las que atraviesa el país. La experiencia inmediata nos está enseñando que no se requiere únicamente ser hombre de empresa, para entender el rumbo que hay que imprimirle a la economía. Se requiere como se ha dicho reiteradamente de un plan de nación. B) en segundo lugar, en ningún lugar está dicho que para gobernar en función de todos los que integran un país, se tenga que ser, inexorablemente, empresario. Y si no fuera así, que nos den la lista de presidentes actuales que tuvieron que verse obligados a tener que hacer cursos, en las escuelas de negocios de sus respectivos países. En definitiva un discurso político como el que comentamos, es idéntico al que quiere hacer creer a la población, que si la oposición gana en este país, las remesas se verán afectadas. La población debería exigir a estos políticos, más seriedad.