martes, 3 de diciembre de 2013

Recensión sobre “Azules contra grises” de William Camus


Por Hilton Flores

Esta novela juvenil trata de las peripecias de un joven que se enlista en el ejercito de la Unión durante la guerra de Secesión de los Estados Unidos, Pete Breakfast conoce la vida de un soldado “nordista” primero y por azahares de la guerra se ve envuelto en el ejercito “sudista” para terminar su odisea.

El relato aunque desarrollado en los albores del fin del siglo XIX, nos permite hacer una comparación de lo que es para un joven los ideales del honor, la camaradería y la ingenuidad básica de la típica ignorancia de las razones de una guerra en cualquier época.

El autor nos presenta desde la visión de un simple joven de 15 años, cuya reflexión es la más sencilla de todas, que la única diferencia entre ambos bandos es el color de sus uniformes. Los ideales de patria, los anhelos de una vida mejor son los mismos para los del norte como para los del sur, pero se discrepa por las
interpretaciones personales que la misma gente hace sobre los hechos, maximizan su visión de lo que interpretan con respecto a sus propios ideales y el significado del error en los otros.

¿Qué conocía Pete sobre los ideales de liberación de esclavos en el sur? La más cercana idea al sentido de libertad es la que da amigo Josuah, un joven de “color” que escapado de la esclavitud que busco refugio en los estados del norte. Los airados discursos de su amigo hacen que Pete sienta la efervescencia de la juventud guerrera, los ánimos de conducir con su tambor de guerra a las tropas a una muerte gloriosa por la libertad. Pete, se enrola siguiendo a Josuah y no a un ideal libertario.

No obstante, Pete hace una reflexión muy interesante al asunto de la libertad y  de los derechos de igualdad, siendo está la idea que los nordistas tenían sobre su objetivo en la guerra:
“Nosotros, los del Norte, cuyo orgullo cosiste en representar la libertad y la civilización, no podíamos seguir tolerando esa manera de proceder en nuestro magnífico país… (Dijo La Fayette) - Poco a poco comenzaba a verlo todo claro… (Pensó Pete) - ¿Y qué sucederá cuando hayamos ganado esta guerra, La Fayette? – Pues que liberaremos a los esclavos negros para que puedan trabajar en nuestras fábricas. (Respondió La Fayette) – ¡Lo había entendido! (dijo Pete).

Pete) Midiendo mucho mis palabras, pregunté sencillamente, con tono anodino:
-Esos negros, ¿son numerosos en el Sur?
-Dicen  que unos novecientos mil.

-¡Caramba! ¡Buena mano de obra!- ¿Crees tú, sinceramente, que esos negros serán más libres dentro de nuestras fábricas? Yo he trabajado en los cuentagotas de los establecimientos McCormick, y créeme que aquello no era el paraíso. Además, he oído hablar de las fundiciones de Pittsburgh, las que forjan nuestro buen acero americano, y según lo que se cuenta, dudo de que sean unos lugares de placer. ¡Me apuesto a que si ponemos a los negros del Sur ante los hornos en donde se funde el metal de nuestros cañones, muy pronto echarán de menos sus campos de algodón!

Morton intervino – Tienes razón, chico. ¿Pittsburgh? ¡Eso es el infierno! Pero en el país no solo hay fundiciones. Las compañías ferroviarias del Norte buscan obreros para tender raíles.
<<¿Tender raíles? ¡Puaf!>>, pensé para mí, a fin de no molestar a Morton, que había ejercido ese oficio en su Kansas natal. Recordaba las dificultades con que se tropezaron la Union Pacific y la Central Pacific cuando hubo que unir el Este  y el Oeste de la nación: los ataques  de los indios en las llanuras, el frío  en las Montañas Rocosas, los osos, los bosques que fue preciso desbrozar a mano, y tantas otras cosas más… Estaba seguro de que aquellos pobres negros del Sur iban a pagar cara su emancipación. La libertad y la civilización no eran más que palabras que ocultaban una vida dura de trabajo.”

¿Cuántas personas sean de un bando u otro han creído con una certeza tal, que su lucha es por beneficio de toda la humanidad?

Los soldados comunes nordistas pensaban que los sudistas eran todos esclavistas, que todos los blancos tenían esclavos y que realizaban vejaciones sobre estos,  que todos eran dueños de plantaciones. Por el contrario, los sudistas pensaban que los nordistas, eran del pensamiento de imponer sus ideales sin importarles las decisiones personales o el principio de libertad, que todos eran industriales y querían construir fabricas por doquier.

Pete descubre que la única diferencia entre un bando y otro es el color de sus uniformes, los nordistas son azules y los sudistas son grises. De ahí, todos son personas que provienen de diversos oficios de trabajo para subsistir, son, granjeros, obreros, oficinistas, pobres en su mayoría.

La pregunta de Pete es ¿Qué beneficio trae esta guerra?

La mejor respuesta la crea el autor al termino de una batalla en la que Pete interpela a Josuah:

“-Dime Josuah, ¿es que te retiene aquí algo importante? Los enormes y blancos ojos de mi amigo vagaron sobre los montones de cadáveres, despojos de todo género que nos rodeaban y se extendían hasta perderse de vista.

Balbució:
-No, creo que ya nada me retiene aquí.”

Los negros fueron liberados, pero hasta la década de 1950 en pleno siglo veinte comenzaron la verdadera lucha civil de los afroamericanos por sus derechos según la constitución de Estados Unidos.


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