Por Luís Armando Gonzáles Artículo publicado para Contrapunto
Hay quienes creen que en política todo se vale en el afán por hacerse de una cuota de poder.
Se trata de una
visión perniciosa para la credibilidad y legitimidad del ejercicio político
que, lejos de ser fomentada, debería ser cuestionada y erradicada. Lo curioso
del caso es que en nuestro país es cultivada por quienes no sólo se consideran
los portavoces teóricos de la
democracia, sino por quienes se consideran sus auténticos valedores políticos.
democracia, sino por quienes se consideran sus auténticos valedores políticos.
La reciente campaña del partido ARENA
es una muestra fehaciente de un “todo se vale” francamente inaceptable. Absolutamente ilegítimos son, también, los
variados análisis e interpretaciones que, con el propósito de promocionar al
candidato de ARENA, han violentado las reglas básicas del razonamiento y del
apego a la realidad. También estos analistas y comentaristashan seguido el guion
del “todo se vale”, olvidándose de la mínima decencia intelectual.
En un país serio, muchos de esos
analistas y comentaristas perderían el derecho a seguir viendo publicadas sus
ideas. En el nuestro, pronto se olvidará su indecencia, y seguirán siendo las
estrellas de unos medios de comunicación también igualmente indecentes.
El derecho a publicar es algo que se
gana a partir del respeto mínimo a las palabras y la realidad. Varios “analistas”
de nuestro medio han perdido ese derecho, y quien lo dude que dé un vistazo a
las columnas de opinión de los dos matutinos nacionales en febrero y marzo
(antes del 9) y se dará cuenta de esa traición a las palabras y a la realidad.
En cuanto a la campaña de ARENA, lo
peor de la política –mejor dicho, lo peor de la “antipolítica”— ha salido a
relucir en ella. Si han inventado realidades falsas y se han puesto en
circulación–con la ayuda de varios analistas de marras— sin ningún reparo. Se
ha promovido la insensatez ciudadana, y no la capacidad de razón. Y cosa
curiosa: muchos de los que reclaman de los partidos políticos propuestas
serias, se han sumado a una campaña que ha hecho de la situación de otro país
–Venezuela— su tema central. Y si la situación de Venezuela fuera distinta,
¿cuál sería la bandera de campaña de ARENA? Parece que los lúcidos e
hipercríticos analistas de derecha no se han hecho esa elemental pregunta.
Algo que ningún partido
políticodebería olvidar es que hay formas buenas y malas de perder o ganar. Se
debe intentar, por todos los medios, ganar o perder bien, porque una victoria
con suciedad no es una victoria legítima, y denigra a quien la obtiene. Y una
derrota obtenida pese al uso de recursos sucios deja el derrotado en una
situación de mayor debilidad y sin credibilidad. En otras palabras, en
política, hasta en la (posible) derrota se tiene que intentar salir lo menos
debilitado y desacreditado posible, porque las derrotas no son absolutas, y
quien pierde ahora puede ganar en la siguiente ocasión.
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